El momento del desapego

Una estrella de mar reposa sobre el fondo arenoso y pálido, rodeada de los reflejos brillantes de las aguas poco profundas. Uno de sus brazos acaba de desprenderse: un silencioso acto de autopreservación. Sin sangre, sin dramatismo, solo una sutil tensión muscular en la ruptura, donde se arremolinan finas partículas. El mar permanece quieto, como si contuviera la respiración.

En el centro de su cuerpo: quietud. Casi serenidad, mientras el brazo cercenado gira lentamente en el agua, un último eco de movimiento.

El sol dibuja suaves patrones sobre la piel del animal, como si quisiera hacer visible lo invisible: el poder discreto de una neurohormona que decide entre la separación y la supervivencia.

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